En cualquier época del año, la agricultura siempre se ve en riesgo de perder cosechas enteras o parciales, incidiendo en la economía agropecuaria y en los comerciantes mismos. Lamentablemente, poco se puede hacer para controlar el clima, pero al menos mediante tecnología, se pueden aminorar las mermas y pérdidas económicas, y precisamente la calefacción industrial es clave en este tema.

Generalmente, el invierno suele ser la época más despiadada, al congelar los alimentos, sobre todo en las regiones más al norte del país, así como en las zonas más altas donde hay cultivos. Estas heladas pueden llevar a dañar cosechas enteras, congelando los tejidos de frutos y legumbres, provocando quemadas por frío.

Obviamente, mucho depende de la sensibilidad de los alimentos ante tales inclemencias, y gracias a estudios concienzudos del tema, se han logrado determinar porcentajes de daño por frío en ciertas frutas de temporada. A eso se le denomina: temperatura crítica, que sirve para determinar los límites de aguante de los alimentos agropecuarios ante dichas heladas.

Como se ha mencionado, los más susceptibles a las bajas de temperatura, vienen siendo las frutas y los viñedos. En ese sentido, los productores de estos frutos, han tenido la imperiosa necesidad de acudir a métodos activos o pasivos, para detener en la medida de lo posible, el daño de las heladas invernales para sus campos de cultivo.

Métodos Activos de Protección

Los métodos activos siempre sacarán provecho de otros sistemas que sean capaces de dar calor, además de la calefacción industrial en uso. Estos métodos ofrecen calor en seco o húmedo, según el proceso del productor. Esas fuentes adicionales pueden ser estufas, ventiladores, aspersores, hélices, riego en superficie y hasta elementos aislantes, como espumas o barreras de protección. Lo bueno, es que pueden usarse varias de esas fuentes a la vez, para una mitigación cabal de las condiciones gélidas invernales, y que no incidan en cultivos y cosechas en las mismas bodegas.

A decir verdad, los métodos activos o directos, suelen ser más costosos por obvias razones, dada la implementación de sistemas y tecnología para mantener el calor necesario en épocas invernales. Ahora, también es importante decir que la calefacción industrial debe mantenerse a punto, para su mejor desempeño, y si se le puede anexar otro sistema que le auxilie, pues será mucho mejor.

De hecho, existen sistemas calefactores por medios húmedos, ideales en regiones donde las temperaturas pudiesen llegar a descender hasta los -2°C, con heladas de advección muy marcadas. Pero también habrá de tener mucho cuidado para no generar demasiada humedad que ponga en riesgo la cosecha en sí. El encharcamiento durante estas épocas puede ser fatal, así que, si no está seguro, mejor habrá de usarse otras técnicas activas para la protección de cultivos, que no implique una humedad más allá de la necesaria.

Métodos pasivos de Protección

En cambio, los métodos pasivos de protección, siempre serán una gran opción para incorporar fuentes de calor adicional a la calefacción industrial, incluso antes de que los vientos helados lleguen a la región de los cultivos.

Una de las técnicas pasivas de protección de heladas en campos agrícolas, es la elección oportuna del terreno para cultivo, para cierto fruto que resulte más susceptible a los cambios de temperatura extremos, quizás jugar con las alturas en terrenos, dé una idea de la mejor ubicación para un determinado cultivo.

Asimismo, la selección ideal de plantas de acuerdo a sus resistencias, y con características de frente a un determinado clima, ayude mucho. También habrá que saber manejar los drenajes de aire frío, tener buena cobertura del terreno con árboles, eliminar cualquier indicio de hielo en los suelos, control de nutrientes en cultivos, calendarización bien hecha, entre otros aspectos.

Estos métodos son menos costosos que los activos, pero también estarán algo limitados. Lo mejor es sacar provecho de ambos, por el bien del rubro agropecuario y de negocios.